Mesopotamia antigua
La desembocadura del Tigris y el Éufrates en la Baja Mesopotamia7 dio origen a la acumulación de depósitos aluviales en la zona de marismas que va ganando paulatinamente terreno al mar frente a la costa en retroceso del golfo Pérsico (actualmente a más de cien kilómetros del lugar que ocupaba en el IV milenio a. C., y con los dos ríos confluyentes ―Shatt al-Arab―).
La zona fue propicia (con la condición de mantener una gran capacidad
de organización social para el trabajo colectivo en la construcción de
obras hidráulicas como canalizaciones, regadío y drenajes) para el
desarrollo de las ciudades-estado sumerias (Ur, Uruk, Eridú, Lagash).
Estas, en competencia entre sí y con los pueblos nómadas de estepas y
desiertos circundantes (los del sur y oeste englobados por la
historiografía en el amplio concepto étnico de semitas y los del este en la zona irania donde se fue formando la civilización elamita), así como con los núcleos que se fueron formando más al norte (Babilonia) y más al norte aún en la Alta Mesopotamia (Nínive); fueron desarrollando las características constitutivas de la civilización (sociedad compleja) y el estado (superestructura político-ideológica): templo, clase sacerdotal y religión organizada, frontera, guerra territorial, ejército, propaganda, impuestos, burocracia, monarquía, construcciones como murallas y zigurats; y el rasgo que marca el inicio de la historia: el registro de la memoria en la escritura.

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