Geografía de la Edad Antigua
Las civilizaciones de la Antigüedad son agrupadas geográficamente por
la historiografía y la arqueología en zonas en que distintos pueblos y culturas estuvieron especialmente vinculados entre sí; aunque las áreas de influencia
de cada una de ellas llegaron en muchas ocasiones a interpenetrarse e
ir mucho más lejos, formando imperios de dimensiones multicontinentales
(el Imperio persa, el de Alejandro Magno y el Imperio romano), talasocracias («gobierno de los mares») o rutas comerciales
y de intercambio de productos e ideas a larga distancia; aunque siempre
limitadas por el relativo aislamiento entre ellas (obstáculos de los desiertos y océanos), que llega a ser radical en algunos casos (entre el Viejo Mundo y el Nuevo Mundo). La navegación antigua, especialmente la naturaleza y extensión de las expediciones que necesariamente tuvieron que emprender las culturas primitivas de Polinesia (al menos hasta la Isla de Pascua), es un asunto aún polémico. En algunas ocasiones se ha recurrido a la arqueología experimental para probar la posibilidad de contactos con América desde el Pacífico. Otros conceptos de aplicación discutida son la prioridad del difusionismo o del desarrollo endógeno para determinados fenómenos culturales (agricultura, metalurgia, escritura, alfabeto, moneda, etc.) y la aplicación del evolucionismo en contextos arqueológicos y antropológicos.
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